Conclusiones del viaje

Ya en casa y tras la perspectiva que nos dan unos pocos días, toca hacer balance del viaje de este año. Bueno, más que un viaje diríamos que ha sido una gran aventura. Cuando salimos de casa con nuestros dos pequeños dirección a Barcelona no sabíamos lo que nos esperaba. Era el primer viaje juntos y estábamos algo inseguros, especialmente por Àlex, que con apenas año y medio no sabíamos cómo iba a reaccionar a tanto trajín. Pero por suerte y ya de vuelta podemos decir que ha sido una experiencia inolvidable.

Aunque habíamos leído mucho sobre la situación de las 3 repúblicas bálticas a las que íbamos (Lituania, Letonia y Estonia) siempre estábamos con la duda de lo que nos íbamos a encontrar. En todos los foros y webs se habla de estos tres países como muy hospitalarios, con gran seguridad, variedad cultural y paisajes fantásticos además de un clima agradable en verano. Todo esto junto con el hecho de formar parte desde hace unos años a la Unión Europea y zona Euro nos hicieron decantarnos por este viaje. Y desde nuestra experiencia podemos decir que SÍ, que estos países valen la pena ser visitados. Los tres, a su manera tienen, tienen su encanto. Por otra parte de Helsinki no teníamos dudas debido a la buena reputación que tienen los países nórdicos.

En Lituania conocimos Trakai, uno de los sitios más bonitos en los que hemos estado. Un precioso pueblo rodeado de lagos y en el que destaca su bonito castillo rojizo entre el azul y verde de la naturaleza. La capital del país, Vilnius es atractiva y destaca su museo de la KGB, en el que se relata todo el oscuro periodo de la ocupación rusa durante el periodo de la URSS. Merece la pena pasar por Kernavé y ver los primeros asentamientos humanos de hace miles de años. Y como no, no nos podemos olvidar de la Colina de las Cruces de Siauliai.

De Letonia nos maravillamos con su increíble capital, Riga. Una ciudad moderna, europea y con un casco antiguo muy bien conservado. Además a nivel cultural vimos que es una ciudad interesante. No podemos olvidar tampoco el parque nacional del Gauja donde estuvimos alojados un par de días para desconectar rodeados de naturaleza. Y obviamente recordamos con tristeza Salaspils, antiguo campo de concentración nazi. Un lugar estremecedor por su vacío.

Estonia es fantástica. Tallin es simplemente una ciudad de cuento toda amurallada y con un encanto como pocas. Tartu, la ciudad universitaria del país desprende ese ambiente «Erasmus». Y el este del país, la zona más rural, conserva un ambiente ancestral en algunos lugares aunque es verdad que la cercanía rusa sigue impregnada en el carácter de sus gentes. Y como en los otros dos pasíses anteriores, en Estonia también estuvimos rodeados de naturaleza en el parque nacional de Lahemaa.

Ya en Helsinki, nuestro último destino, nos acercamos a su cercana isla de Suomenlinna. Conocimos su famosa catedral blanca además de su visitadísimo puerto, lugar de entrada de cruceros cada día. Calles amplias y limpias, gente muy respetuosa, educada y concienciada con el medio ambiente. Mucho transporte público y bicicleta.

Pero un viaje, además de los lugares que visitas, te deja también sensaciones, vivencias que son las que te enriquencen como ser humano. Para nosotros comprobar una de las cosas que más nos ha gustado-sorprendido de esta aventura ha sido descubrir lo orgullosos que son los lituanos, letones y estonios ser lo que son. Independientes. Tras años de ocupación han dejado atrás la época comunista y se han abierto al mundo con gran alegría. Se ven obras de mejora de carreteras y servicios en los tres países, sus jóvenes tienen un buen nivel de inglés (no hemos tenido ningún problema para comunicarnos) y caminando por cualquier ciudad te sientes como si estuvieras en Italia, Francia u Holanda.

Aún y así guardan mucho de la época soviética. Sus catedrales con las cúpulas redondeadas nos han fascinado y su gastronomía también nos ha resultado muy atractiva. Algunos platos co sus potentes sopas (para los duros inviernos) y carne de caza (ciervo, oso, castor o reno) además del cerdo, todo acompañado con patatas (hechas de mil maneras). Todo a unos precios muy económicos lo que nos ha permitido darnos varios homenajes y comer en sitios atractivos que en España serían bastante caros.

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Además guardan y cuidan muy bien sus paisajes naturales, teniendo varios parques nacionales en cada uno de los tres países. Y lo mejor de todo: su forma de ser. Nos ha cautivado. Son gente muy abierta y sociable, interesada además por nuestro país y con ganas de saber sobre nosotros. A diferencia de belgas o ingleses, las gentes del báltico nos han parecido mucho más agradables. De todos modos nos gustaría recordar qe en las zonas fronterizas con Rusia la ente ya no es igual, sino que más bien te sientes como un extranjero en (vez de turista) en Rusia.

En cuanto a Helsinki no podemos decir mucho ya que estuvimos menos de dos días, aunque al menos vimos lo rubios/rubias y guapos/guapas que son los finlandeses, además de tener el 90% de la población un nivelazo de inglés. Eso sí, a diferencia de los bálticos los precios son carísimos dado el nivel de vida que hay allí.

Pero por supuesto que este viaje lo recordaremos por ser el primero que hemos hecho los 4. Nuestra primer gran aventura en familia. Dos semanas descubriendo otro pedacito de mundo. Todo nos ha salido según lo esperado y la experiencia ha sido un éxito. La combinación de ciudades con parques naturales ha sido ideal para no agotar a los niños y que tuvieran sus momentos de juego y distracción. Esa ha sido la clave.

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Así que ya estamos pensando en la próxima. En principio para fin de año. Hay alguna idea en mente, pero de momento y hasta que decidamos el destino, seguiremos bebiendo de los recuerdos que nos dejan estas experiencias viajeras. Ahora los elefantes (ya manada) nos marchamos hasta nuestra próxima aventura.

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