Quinto día. Nuestro viaje pasaba ya del ecuador. Hoy, hemos decidido ir al norte de la isla, zona con la que no habíamos tenido apenas contacto. Sin demasiada prisa, nos encaminamos con nuestro coche hacia esa zona. La verdad, es que la decoración de Lanzarote es prácticamente igual vayas donde vayas. Aridez, rocas volcánicas y palemras adornan su paisaje. En la zona norte, nos dirigimos al Mirador del Río. Como peculiaridad es que desde allí se puede observar La Graciosa, una pequña isla a la cual se puede ir con barco. En un principio teníamos pensado ir, pero sabiendo que tampoco tenía nada especial que verse en ella declinamos acercarnos. Eso sí, las fotos con las vistas del Mirador del Río no las obviamos.

Después de pasar un rato, nos fuimos a ver otro mirador no demasiado lejos de allí rumbo al sur. Concretamente al Mirador de Haría, donde también se pueden contemplar unas vistas bastante bonitas. Las típicas casas blancas lanzaroteñas integradas dentro de ese paisaje desértico rodeado únicamente por el verde de las palmeras, te hecen pensar que estás en Marruecos.

Y después de comer, el siguiente y último destino del día iba a ser La Cueva de los Verdes. Se trata de una de las cuevas más grandes del mundo, ya que tiene 7 km de longitud que se adentran hacia el fondo del mar. Es por ello por lo cual se la llama también el Túnel de la Atlántida. Antiguamente también se utilizaba el túnel para que los lugareños se escondieran y refugiaran de los corsarios que asaltaban la isla. El nombre de Verdes es debido a que la familia Verdes era la propietaria de esas tierras.

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Una vez concluída la visita, nos dirigimos hacia nuestro hotel a terminar el día y descansar hasta el siguiente.

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