Una de las paradas a través de un crucero por las el mar Adriático es la isla griega de Corfú, llamada Kerkyra por los lugareños. Es la segunda isla más poblada de Grecia, además de la más septentrional. Aunque no es tan famosa como lo pueden ser Creta, Mykonos o Santorini, también tiene su atractivo.
No suele haber muchas horas de tiempo al hacer escala con crucero, por lo que lo más interesante es realizar un pequeño paseo por el puerto hacia el centro de la ciudad. Lo primero que vemos es los restos de la antigua fortaleza que amurallaba toda la ciudad. A esta zona se la llama Mandouki. Caminando nos acercamos al Ovriaki, antiguo barrio judío. No pudimos dejar de detenernos ante un pequeño monumento que nos recuerda que los judíos de Corfú fueron presos y deportados por los nazis de Hitler. Concretamente 1800 de los 2000 que habitaban la isla, liquidando así una comunidad que había existido durante 450 años. Una vez más, la barbarie humana, el sinsentido del odio racial. El recuerdo de una guerra que nunca debió ocurrir.
Siguiendo nuestro paseo nos acercamos al casco histórico o «ciudad vieja», el cual está impregnado de influencias europeas. Sus estrechas calles y hermosas plazas están llenas de turistas como nosotros, con ganas de descubrir sus artesanías y sus sabores. Cada calle está llena de tiendas de souvenirs, cafés y restaurantes. Es realmente un lugar hecho para los visitantes que llegan cada día.
Cuando ves desde lejos la ciudad de Corfú destaca un campanario de color rojizo. Se trata de la iglesia de Agios Spyridon, construida en el año 1859. Y allí nos dirigíamos durante nuestro relajante paseo. Agios Spydiron es es la iglesia más famosa debido a que en ella se encuentran las reliquias del santo patrón de la ciudad.
Una de las cosas que más nos gustan de los viajes es la posibilidad de mezclarse con los lugareños, empaparse de la cultura, y conocer las costumbres del lugar en el que estamos. Y algo que no conocíamos de la iglesia ortodoxa es el uso que hacen de las velas. Vimos que los fieles apuntan en un papel sus deseos o promesas para luego quemarlos con el fuego de una vela ante la imagen del santo de turno. La devoción con la que los griegos repetían este ritual nos llamó la atención. Nosotros quisimos formar parte de esta cultura y participar en de ella pidiendo nuestros deseos y prendiéndole fuego.
Después de esta bonita experiencia seguimos caminando por las calles de Corfú. Volviendo hacia el puerto pudimos ver el Fuerte Nuevo, erigido en el siglo XVI y que se encuentra sobre la colina Agios Marcos.
Corfú sueñe ser un buen primer contacto con las islas griegas. Primer día para conocer un poco de la cultura helena. Es cierto que Corfú no es espectacular si la comparas con algunas otras mucho más conocidas aunque tiene su encanto. Al menos sirve para conocer un poco de la religión ortodoxa y de la amabilidad de los griegos, mediterráneos como nosotros.
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