La visita a la isla de Creta es sin duda uno de los lugares marcados en rojo en cualquier visita a la tierra de Aristóteles y Platón. Todo gracias a su magnífico pasado, cultura mística y fantástica historia. Suele ser una de las escalas que realizan los cruceros que viajan a través de las islas griegas.
Creta es la isla más grande de todas las griegas, además de ser una de las mayores de todo el Mediterráneo. En ella se han librado infinidad de batallas. Griegos, turcos, sarracenos, fenicios y romanos han habitado en ella, por lo que existe una mezcla de influencias en la isla. Pero lo más destacado de estas tierras ha sido la existencia de la misteriosa civilización minoica, antesala de la Grecia clásica sobre la cual todos o casi todos hemos oído hablar. Así pues, una visita a Creta tiene como principal atractivo conocer mejor los vestigios de la civilización minoica, para lo cual la visita inevitable es el Palacio de Knossos. Lo mejor para visitar el palacio tras atracar el barco es contratar la misma excursión de la naviera, ya que el emplazamiento de este lugar queda algo lejos del puerto y es mejor hacerlo así para ganar tiempo.
Según la mitología griega, el Palacio de Knossos era la residencia del rey Minos. Estamos hablando de un palacio que fue construido aproximadamente 2000 años antes de Cristo, por lo que es un privilegio poder visitar un lugar tan antiguo. Durante tres siglos fue el centro neurálgico de la isla, hasta que un terremoto lo dejó casi destruido. Finalmente parece ser que fue abandonado hacia el año 1400 a.C. Pero por suerte a principios del siglo XX el arqueólogo sir Arthur Evans sacó a la luz el yacimiento en unas excavaciones. Esto llevó a una reconstrucción, aunque eso sí, de una manera muy discutida y subjetiva de lo que allí se encontró.
Para los minoicos, el toro era un animal sagrado, y en el palacio había diferentes símbolos que lo certificaban. Frescos en los que podemos observar que fueron los primeros «recortadores» de la historia. O también esculturas con los cuernos del toro, los cuales simbolizaban la virilidad masculina.
Pero no podemos hablar del palacio de Knossos sin hacerlo de la leyenda del «Laberinto del Minotauro». Cuenta la mitología griega que el rey Minos mandó a Dédalo construir el laberinto donde se encerraba al minotauro, el cual se alimentaba de humanos que se llevaban en sacrificio para saciar al «mostruo». Debemos tener en cuenta que el palacio además de ser la residencia del rey fue el centro político, cultural y religioso de Creta y en él había multitud de riquezas como joyas, obras o vasijas con especies. Así pues era un blanco perfecto para los ladrones. Es por ello la creación de esta leyenda mitológica que servía para asustar así a posibles ladrones y evitar sus acercamientos al palacio. Aunque parezca absurdo, hace casi 4000 años todo este tipo de historias se consideraban reales y la gente de la época se las creía totalmente.
Después de visitar el palacio, es también de obligada visita el museo arqueológico de Heraklion. En él se pueden encontrar multitud de vasijas, armas, monedas u otros utensilios que existieron en la época de la civilización minoica. Se trata de las piezas originales ya que las que pudimos ver en el palacio son réplicas. Esto es normal, ya que así las originales no se degradan y se conservan a unas condiciones óptimas.
Pero la pieza por excelencia del museo es sin ninguna duda el famosísimo Disco de Éfeso, uno de los misterios más grandes de la cultura antigua. Este impresionante objeto fue hallado en 1908 en el Palacio de Festos. Su descubridor fue el arqueólogo italiano Luigi Pernier y se le ha datado a finales de la Edad del Bronce, en torno al 1700 a.C., es decir, hace unos 3700 años. Se trata de un disco de arcilla cocida con inscripciones en ambas caras. Unas inscripciones que a día de hoy siguen siendo un misterio y que no se han podido descifrar. Dicen que podría ser la evocación a una mujer con gran importancia, quizá una diosa, pero aún no se sabe.
Ir a Creta es zambullirse de lleno en la cultura griega, aunque eso sí en sus orígenes, en el anticipo de lo que fue el gran esplendor de la Grecia clásica que tanta influencia nos ha aportado a los pueblos mediterráneos. Creta es una isla con gran historia, y nosotros ya podemos decir que algo de ella nos llevamos en nuestro equipaje.
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