‘Hoy vi a un gladiador convertirse en un hombre más poderoso que el mismísimo Emperador’, mítica frase de la película “Gladiator”, ganadora de cinco Oscars y que fue rodada en el anfiteatro que recreó en él el famoso Coliseo de Roma.

Y es que el anfiteatro de El Djem, declarado en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es uno de los anfiteatros mejor conservados del mundo. Aunque el Coliseo de Roma es el referente por excelencia y el más grande de los que se conocen, este anfiteatro tiene una capacidad para más de 35.000 espectadores y por lo que pude comprobar, no tiene nada que envidiarle.

La ciudad de El Djem, bautizada antiguamente por los romanos como Thysdrus cuenta hoy con unos 12.000 habitantes y de esta antigua denominación, ha quedado como legado su famoso coliseo. El anfiteatro se construyó gracias al procónsul Gordiano I en el 238 d.C. durante el mandato del emperador Maximinio el Tracio, ya que la ciudad gozaba del máximo esplendor gracias a las rentas obtenidas de la venta del aceite de oliva y que la llevó a ser la mayor proveedora de aceite del imperio romano. El anfiteatro no cuenta con ninguna restricción a la hora de visitarlo, se pueden ver los fosos de los leones y el subsuelo donde estaban los prisioneros, animales y gladiadores, de esta manera te haces cargo cuando atraviesas los corredores que desembocan en el exterior, de lo último que veía un gladiador antes de enfrentarse a la muerte aclamado por el público. Es alucinante y si la visita la realizas con un guía que va contándote la historia del lugar.

Y después del El Djem termina nuestro circuito. El resto del día lo pasamos de vuelta a Hammammet Yasmine donde nos volvía a esperar nuestro maravilloso hotel del primer día.

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