Después de un par de días por la isla, hoy tocaba la visita a uno de sus grandes emblemas, el parque nacional del Timanfaya. Un lugar donde hace casi 300 años tuvieron lugar unas terribles erupciones volcánicas que sepultaron los pueblos que había en la zona noroeste de la isla, cambiando el paisaje para siempre.

Así pues, con nuestro coche de alquiler, nos fuimos hacia las montañas de fuego (Timanfaya). La verdad es que sabes que te acercas a Timanfaya simplemente con observar el paisaje de tu alrededor. La ya de por sí poca naturaleza de la isla desaparece por completo. Te adentras en un lugar inhóspito, donde las erupciones de lava que hubo durante ocho años, convirtieron toda la zona en roca volcánica y cenizas.

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Una vez allí, las dos horas de visita valen se hacen cortas. Se sube a unos autobuses por unas estrechas carreteras para adentrarse en el interior del parque mientras la radio del bus va contando la historia y curiosidades del mismo. Después del viaje se vuelve al punto de inicio para ver unas pequeñas demostraciones con agua y paja. Demostraciones en las que pudimos comprobar el calor que aún hay latente en el interior de esas tierras.

Para finalizar, al bajar de la montaña hay una zona donde se pueden dar unos paseos por el parque con unos camellos. Es otra manera de disfrutar de las vistas y sentir el olor a azufre que invade todo Timanfaya.

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Realmente la visita a Timanfaya nos gustó. Sentir todo lo que la fuerza de la naturaleza es capaz de hacer. Desde luego, en vez de en la Tierra, te sientes como si estuvieras en Marte o la Luna.

Y después de la mañanita en las montañas de fuego, tocaba ir a comer. Nos fuimos rumbo hacia el sur hacia la localidad  de Yaiza para ver «El Golfo».

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Y después de comer, visita a los Hervideros. Se le ha denomina así a la zona donde se observa el golpe de las olas sobre los brazos de magma que llegaron al mar y que hoy son roca solidificadaes. Es un espectáculo maravilloso, ya que el agua emerge por las rocas tal como si se tratase de «agua hirviendo».

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Cerca de los Hervideros paramos en las Salina de Janubio. Famosas por ser las más antiguas de Canarias, es de obligado a pso para a contemplar el espectáculo de colores conlas sales más variadas.

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Por último, y para terminar un día cumplidito en cuanto al tema visitas, paramos en La Geria, zona vínicola de Lanzarote. Es curioso ver como se las ingenian los habitantes de la isla para plantar los viñedos y protegerlos del potente viento que sopla casi todos los días. Como no, compramos algunas botellitas de vino. Un vino de sabor característicos debido a la tierra volcánica de la cual está hecha la isla.

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La tarde llegaba a su fin, y nos volvimos hacia el hotel para descansar. Después del debut en Lanzarote, el regusto por la isla estaba empezando a cambiar de manera positiva. Y los lugares vistos en el día de hoy nos decían que la elección de nuestro destino estaba siendo la correcta.

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